viernes, 1 de febrero de 2013

Quejas, lloros y silencios nefastos

Pasado ya más de un día desde el clásico del Miércoles noche, después de lo ocurrido y de las reacciones que se produjeron tras el mismo, me gustaría realizar algunas reflexiones acerca de como esta, hoy por hoy, el panorama alrededor de los duelos entre Barça y Real Madrid.
De un tiempo a esta parte, concretamente desde la llegada de Mourinho al Real Madrid, la manera en como se viven y, sobre todo, como se disputan estos partidos ha cambiado radicalmente con respecto a como solían producirse antes de la llegada del portugués. Para entender lo que ahora ocurre hemos de retroceder hasta el 29 de Noviembre de 2010, Mourinho y su Real Madrid llegaban a Barcelona rodeados de una nube de optimismo, en algunos casos euforia, por la trayectoria del equipo en Liga, su juego parecía ser imparable, los rivales sucumbían sin piedad ante la escuadra del luso. El Real Madrid se plantó en el Camp Nou e intentó hacer lo mismo que había hecho hasta ese momento, aplastar a su rival jugándole de tu a tu, el resultado, todos lo conocemos. Aquel 5-0 hizo mucho daño a Mou y, a la larga, ha acabado haciéndole daño a la propia Liga y, sobre todo, al F.C. Barcelona.

Aquel partido, que tanto daño hizo a Mou y a su Madrid, ha acabado perjudicando de manera fatal al propio F.C. Barcelona. Parece difícil de entender, pero en las próximas líneas dibujaré un esbozo de lo ocurrido desde entonces y de como, por obra de unos y omisión de otros, se ha llegado a la situación actual.
Tras aquel fatídico 5-0 Mou rápidamente entendió que sucedía y como podía ponerle remedio, ya lo dijo el, era una derrota fácil de digerir, era tan fácil de asumir porque Mou, como cualquiera que viese el partido, se pudo dar cuenta de que jugando a fútbol, el Madrid tendría escasas opciones de ganar a aquel Barça en cualquier competición en la que se enfrentasen. Mou fue consciente de su inferioridad  no solo de la de su equipo, sino de la suya propia, entendió que, por los caminos futbolísticos, le iba a ser muy difícil competir con el Barça de Guardiola ya que este le superaba ampliamente en conocimiento y recursos. Ese día, que muchos podemos pensar que fue un duro día para Mou, en realidad, fue el día en el que empezó a ganar todo lo que posteriormente ha ganado con el Madrid.

Tras aquella derrota el Mourinho puso en marcha todos sus recurso extrafutbolísticos para empezar a minar al Barcelona desde fuera de los terrenos de juego, es decir, empezó su carrusel de quejas y lloros, no siempre en primera persona, en realidad utilizaba, y lo sigue haciendo, toda la maquinaria propagandística del Madrid, la infame caverna, para esparcir su veneno contra el Barça.
Visto que sus jugadores llegaban tarde a la presión por la rápida circulación del balón del equipo azulgrana, que tenían que hacer faltas constantemente y que, como no podía ser de otra manera, esto les acarreaba amonestaciones que los condicionaban, se empezó a dar fuerza al bulo acerca de la teatralidad de los jugadores culés y de su querencia para ir al suelo. Esto, unido a las constantes quejas acerca de la labor arbitral han constituido la piedra angular de lo lloros de Mourinho, su Real Madrid y su prensa afín que nos ha traído desde aquel 5-0 hasta la situación actual.


Pero no han sido solo las malas artes carvernarias lo que ha provocado la situación actual, bajo mi punto de vista, una mala aplicación del silencio arbitral que Guardiola impuso en el Barcelona ha contribuido, de manera fundamental, a los diferentes criterios arbitrales con los que hoy se arbitra a Real Madrid y Barcelona, eso unido a que el actual presidente del Barça, Sandro Rosell, no ha sabido nunca defender al club de la manera correcta, ha provocado que, desde muchos estamentos se haya acabado entendiendo como normal la perversa situación que, invariablemente, se da en cada partido que disputan ambos equipos.

No estoy hablando de que el Barcelona debería llorar y quejarse al estilo Mou/Real Madrid, no tiene ningún sentido, ni ninguna vergüenza, pasarse la vida quejándose en partidos contra equipos a los que, mínimo, cuadruplicas en presupuesto. Una derrota del Madrid o el Barça en Getafe o Granada, por poner dos ejemplos,  no puede ser única y exclusivamente culpa de la labor arbitral, las abismales diferencias entra las plantillas de los dos grandes con el resto de clubes de la Liga les deberían bastar y sobrar para solventar sus compromisos incluso con errores arbitrales en su contra. Las quejas continuas nunca me han parecido una buena opción para ningún club, menos aún, si este es de la enormidad de Real Madrid o F.C. Barcelona.
En cambio, cuando te enfrentas a un rival de tu mismo nivel, como es el caso entre Madrid y Barça, la labor arbitral si que puede llegar a ser definitiva, puede llegar a marcar, de una manera muy clara, el desarrollo del partido y, a la postre, su resultado final. Puede que la diferencia en el nivel futbolístico entre Barça y Real Madrid fuese abismal, que lo era y lo sigue siendo, pero en partidos de este nivel, con jugadores de este nivel, la propia competitividad de los jugadores puede hacer que las diferencias se estrechen, en definitiva, aquel 5-0 fue la excepción, no la norma. Un partido normal entre ambos equipos va a tener un resultado parejo en el 90% de los choques, es en este 90% de encuentros en el que una labor arbitral ligeramente inclinada hacia uno u otro equipo puede decidir el partido.
La política del silencio que instauró Pep fue uno de los mayores aciertos y una de las mayores aportaciones que hizo al Barça como club, pero, al mismo tiempo, la perversión con la que desde la caverna se trató ese silencio, ha favorecido a todo lo que desde allí se buscaba. Cuando un rival de tu calibre te ataca con armas que poco tienen que ver con las futbolísticas, seguir callado, ser un bueno chico y responder solo con fútbol  a la larga no funciona. Hoy en día, en los duelos Barça-Madrid, el equipo de Tito, antes de Pep, necesita jugar al 110% de su nivel para optar a resolver el partido, tras todas las maniobras orquestadas desde la capital, el equipo de Mou, hoy por hoy, juega con las cartas marcadas, han conseguido que los árbitros apliquen diferentes baremos a la hora de sancionar el juego de cada equipo, el Madrid puede hacer cuantas faltas quiera, en las zonas del campo que quiera que, invariablemente, la gran mayoría de ellas no son sancionadas y, en caso de serlo, han de ser tremendamente exageradas para llevar acarreada sanción. Por el contrario, al Barcelona se le sanciona con severidad cada una de las pocas faltas que comete.

En definitiva  el Madrid con sus quejas y lloros y el Barça con su silencio mal aplicado han provocado que se llegue a lo que ahora vemos cada vez que se cruzan Madrid y Barcelona y sobre todo, a lo que ocurre antes y después de cada partido, es decir, tanto los árbitros como la caverna tienen carta blanca para masacrar al Barça ya que, merced al silencio institucional del Barça, nunca hay nadie que ponga las cosas en su sitio y desmienta, denuncie y persiga este tipo de actuaciones.
O algo cambia en el seno del F.C. Barcelona, o seguiremos como hasta ahora, viendo como los jugadores madridistas cosen a patadas a los azulgranas en cada clásico sin que nadie ponga límite a su violencia y, sobre todo, sin que nadie sancione correctamente sus acciones.

Como dice el refranero español, "quien calla, otorga", en este caso es el F.C. Barcelona el que calla y el Madrid y la caverna los que se aprovechan de ese silencio para volverlo en su contra. 
Yo digo que hay quejas que no son lloros y hay lloros que no son quejas, sería bueno que alguien del Barça empezase a quejarse sin llorar, lo lloros sin quejas madridistas siguen a la orden del día.


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