jueves, 24 de enero de 2013

Pasan cosas solo cuando interesa

Finalizada la eliminatoria de cuartos de final de la Copa del Rey entre Real Madrid y Valencia, tras una cómoda clasificación del equipo madridista, queda patente, una vez más, que el club entrenado por Mourinho y dirigido por Florentino Pérez y toda la prensa acólita que los rodea, no tienen vergüenza y, sobre todo, no tienen memoria alguna.
Después del esperpéntico arbitraje que sufrió el Valencia en la ida de los cuartos de final en el Bernabéu, en el que se le escatimaron un par de penaltis, se les señalaron erróneamente varios fueras de juego que dejaban solos a jugadores del Valencia frente a Casillas y se dio por válido un gol de Higuain con la mano, después de todo esto y, como no, hacer mutis por el foro del escándalo, ahora llegan las quejas tras el partido de ayer. Para variar.



Tras pasar por alto todo lo sucedido en el Bernabéu, partido en el que el Real Madrid se encontró con una eliminatoria encarrilada tras un partido en el que fueron inferiores a su rival, ahora tocan los lloros por lo ocurrido ayer en Mestalla, que, a la postre, se limita a un par de expulsiones merecidas por parte de jugadores madridistas. Primero la de Coentrao, al que unas protestas al árbitro, cosa demasiado común en el Madrid, y unas manos claras enviaron a la caseta al poco de comenzar la segunda mitad. Para el final del partido quedó la expulsión del que, solo 4 días antes, "había callado algunas bocas", si, el señorito Ángel Di María, que, en una jugada la mar de estúpida, con el partido tocando a su fin y la clasificación en el bolsillo, decidió tirarle una coz a Joao Pereira. Muy listo Angelito, si señor, callando bocas.


Ambas expulsiones se pueden tachar de rigurosas, por la amarilla por protestas de Coentrao y porque Di María apenas llega a impactar con el jugador del Valencia, pero, no nos engañemos, o, mejor dicho, no nos dejemos engañar  Coentrao fue justamente expulsado, el ya sabía que tenía una tarjeta amarilla del primer tiempo, no debió cortar el balón con la mano, ya que, incluso el, debe saber que, hoy por hoy, las manos se castigan automáticamente con cartulina amarilla. Expulsión rigurosa, puede ser, justa, sin lugar a dudas.

Caso aparte merece el argentino, el "Fideo" se pasa los partidos practicando el nada noble arte de la piscina, es, probablemente, el jugador menos honesto que he visto en un terreno de juego, se tira, exagera, finge, protesta, gesticula, se queja al árbitro por todo, en definitiva, como su nombre indica, todo un angelito en el campo. No contento con este compendio de virtudes, de vez en cuando, del mismo modo, o muy parecido a como lo hace su compañero Cristiano Ronaldo, decide dejar algún recadito en forma de patada a los defensas que lo marcan, pues bien, esto es lo que ayer hizo Di María, en una jugada estúpida, con el partido casi terminado y la eliminatoria más que resuelta, decidió soltarle una coz a Joao Pereira, siendo cazado por el arbitro y sus asistentes, como la ley indica, inmediatamente fue expulsado del terreno de juego, ya que, si bien es cierto que apenas llega a impactar con el jugador del Valencia, la norma no solo sanciona las agresiones, sino los intentos de las mismas y, si, sin lugar a dudas, lo que Di María intentó ayer fue agredir al jugador del Valencia. Conclusión, expulsión justa, no, justísima.

Y es que, como dijo Mourinho, pasan cosas, y cuanta razón tenía, pasan cosas, y muchas, sobre todo, desde que el aterrizó en el Madrid y se dedica a amedrentar a los árbitros desde la sala de prensa. Pasan muchas cosas, pero, como no, solo se les da eco a las que al Madrid le interesan, es decir, las ocasiones, contadas, escasas, en las que es el Madrid el que sale perjudicado. Cuando, como fue el caso del Valencia en el Bernabéu en la ida de los cuartos, es el rival del Madrid el que sale perjudicado, cualquier excusa es buena para dejar de lado el tema. 

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